lunes, junio 04, 2007

El país de novela

Por Omar Genovese

Cultura, de Gabriel Bánez

“Escriba, Ibánez, escriba”. Así se inicia esta novela, con una frase que proviene de todo pasado y futuro: Mortifica Gabriel Bánez a su i-Bañez, cifra imaginaria en que muta la voz del escritor mientras elabora un estilo. El autor es todas las voces (un yo de dos caras, funcionarios, compañeros de trabajo…), satirizando al espacio de la cultura como bien político, en que la discursividad globalizada ha dejado míseros a todos. Ni bien comenzamos a caer en el enredo de conversaciones y situaciones desmadradas, insólitas, confrontando teorías y dislates, es donde el relato nos hace cómplices, y leemos espiando la forma de escribir, por encima de su hombro, con él, disfrutando.
Lejos de construir una teoría, Báñez ejerce con firmeza y autoridad una crítica práctica, con aire de simulado descuido, observando el fenómeno cultural de los últimos veinte años. En el espacio de la novela todo se reduce a un Centro Cultural, ombligo imaginario de saberes, nutriente político y rédito de unos pocos, que se relaciona con la politica en la sigla utilitaria –el nombre-, con que las organizaciones agotan todo proyecto, abortando cualquier pensamiento creativo. No hay zapatillas y tampoco libros, solo especulación (como la financiera, que efectivamente pauperizó), en un recorrido de personajes, e intereses tan insólitos como hilarantes. Gabriel Bánez parece no tomarse en serio como escritor, burlarse de sí disociándose, pero tal artificio depara una sorpresa tras otra. En la pasión de su escritura sugiere cierta autodeterminación del autor político, por fuera del marketing desaforado, y por qué no, luchando contra los aculturados que detentan el poder. En las aguas de Cultura existen tanto la navegación curiosa como la respiración hipocondríaca. Sus treinta capítulos conforman una incisión feliz en el improvisado y manoseado cuerpo de la institución cultural argentina, velada por la sombra del desinterés social. La sensación honesta no es otra que Bánez ha escrito algo más que una novela, consumó un acto de sabiduría que emana exquisito humor e inteligencia.

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