El caso de la chica austríaca me trajo a la memoria Santuario y después este excelente libro de Josefina Ludmer, donde ella usa el delito como instrumento crítico para analizar “cuentos de delitos”. El texto se inicia con la siguiente profecía de Karl Marx en la que los vínculos entre literatura y crimen se entienden de la siguiente manera:
Un filósofo produce ideas, un poeta poemas, un clérigo sermones, un profesor tratados, y así siguiendo. Un criminal produce crímenes. Si observamos de más cerca la conexión entre esta última rama de la producción y la sociedad como un todo, nos liberaremos de muchos prejuicios. El criminal no sólo produce crímenes sino también leyes penales, y con esto el profesor que da clases y conferencias sobre esas leyes, y también produce el inevitable manual en que este profesor lanza sus conferencias al mercado como mercancías. Esto trae consigo un aumento de la riqueza nacional, aparte del goce personal que el manuscrito aporte a su mismo autor.
El criminal produce además el conjunto de la policía y de la justicia criminal, fiscales, jueces, jurados, carceleros, etcétera; y estas diferentes líneas de negocios, que forman igualmente muchas líneas de la división social del trabajo, desarrollan diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas necesidades y nuevos modos de satisfacerlas. La tortura, por ejemplo, dio surgimiento a las más ingeniosas producciones mecánicas y empleó muchos artesanos venerables en la producción de sus instrumentos.
El criminal produce además una impresión, en parte moral y en parte trágica según el caso, y de este modo presta "servicios" al sucitar los sentimientos morales y estéticos del público. No sólo produce manuales de derecho penal, no sólo códigos penales y con ellos legisladores en este campo, sino también arte, literatura, novelas y hasta tragedias, como lo muestran no sólo Los ladrones de Shiller, sino también Edipo Rey y Ricardo III . El criminal rompe la monotonía y la seguridad cotidiana de la vida burguesa. De este modo la salva del estancamiento y le presta esa tensión incómoda y esa agilidad sin las cuales el aguijón de la competencia se embotaría. Así, estimula las fuerzas productivas. Mientras que el crimen sustrae una parte de la población superflua del mercado de trabajo y así reduce la competencia entre los trabajadores -impidiendo hasta cierto punto que los salarios caigan por debajo del mínimo- la lucha contra el crimen absorbe a la otra parte de esta población. Por lo tanto, el criminal aparece como uno de esos "contrapesos" naturales que producen un balance correcto y abren una perspectiva total de ocupaciones útiles.
En El cuerpo del delito.Un manual de Josefina Ludmer. Ed. Perfil, 1999: Karl Marx, Historia crítica de la Teoría de la Plusvalía, 3 vol, México, F.C.E, 1945,TOMO I, p.217.
1 comentario:
Y por eso habrá quien lo siga al pie de la letra y fomente el crimen desde arriba, como se fomenta la creación de un enemigo justificador y terrorista en tantos países.
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