sábado, febrero 10, 2007

Viejitas bomba

Muchos se asombraron con el caso de la mujer de 80 años que se ofreció en Gualeguaychú como abuela-bomba para interceder en el conflicto de las papeleras con el Uruguay. No es el primer caso. La historia de la humanidad registra varios episodios relacionados con la actividad de ancianas-bomba, la mayoría de ellos prácticamente desconocidos. El primero del que se tienen algunos antecedentes es el de Anna Van Oreth, de 78, que se inmoló durante la guerra anglo-boer al pie del monumento a la Confraternidad en Church Square, Pretoria. Van Oreth era de Egoli (Ciudad del oro), hoy Johannesburgo, y su acción tuvo como objeto llamar la atención de las autoridades por el comercio ilegal de oro y la trata de blancas que tenía lugar en el puerto de Vredenburg-Saldanha. Con esos dineros se financiaba el militarismo creciente y la guerra que entonces desangraba al país. Anna Van Oreth se suicidó haciendo explotar varias cargas de dinamita cosidas a su falda. Hoy una pequeña placa en Church Square recuerda a la dinamitera con la leyenda: "Por la paz". En sus memorias, Alfred Nobel le rinde tributo.Otra de las ancianas que se hizo volar por entero fue Mèlitova Ajmárina, anciana estonia de 86 que llevó a cabo su cometido en disidencia con el "gobierno-títere" de su país ante las exigencias y restricciones que imponían a la población los representantes del gobierno sueco en Tallinn, la capital de Estonia. Mèlitova se estrelló contra la sede parlamentaria de la ciudad de Pärnu en un accidente que costó la vida de 4 personas. Al igual que Anna Van Oreth, la octogenaria también empleó dinamita, pero Nobel -probablemente por desconocimiento, no por desinterés- nunca la consignó en sus memorias. En Pärnu, la "ciudad amable" de Estonia, una de sus principales avenidas hoy lleva su nombre.La actividad de las abuelas-bomba casi no ha sido tenido en cuenta por sus semejantes, a no ser por las volátiles crónicas policiales de la época. Y aún, pese a ello, pronto han pasado al olvido. Incluso en sus respectivos países de acción ¿Por qué? Acaso por lo avanzado de su edad, quizá por prejuicio, ignorancia, o tal vez porque muchos consideran que inmolarse a una determinada altura de la vida no es tanto un hecho heroico o de entrega, sino un acto de lisa y pura senilidad. Nada más erróneo ni tendencioso. En Tirana, capital de Albania, Zelma Tolek, con 96 años, se convirtió en antorcha humana frente a un nutrido grupo de turistas japoneses en abril del 94 para protestar contra los últimos resabios del sistema comunista en su país. Zelma se roció con fueloil en la bella plaza Skandenber y al sofocado grito de "Albania libre" se prendió fuego abrazada al monolito fundacional de Tirana. Tardó en consumirse por el combustible empleado, pero en la ciudad de Vöre, en el distrito central del país, de donde Zelma Torek era oriunda, hoy su ejemplo es recordado a cien metros de la Torre del Reloj con una leyenda que reza: "Z.T., al calor de la libertad". Sus últimas contorsiones fueron captadas por las Minolta de los turistas japoneses.No son los únicos casos conocidos. Una gran variedad de viejas-bomba, en lugar de tejer mañanitas o de adormilarse frente a la televisión, ha optado por entregarse a la causa autoexplosiva con total esmero y dedicación. Muchas, por la edad, han fallado a último momento. Eso es sabido. O han demorado el trámite o se les ha confundido el color de los cables o, es comprensible, por el temblor no han podido activar el detonante. Cosas de la edad. En nuestro país, por cierto, casi no hay antecedentes. Casi, porque si uno rasca un poco enseguida llega la duda: ¿no hubo un jubilado allá por los noventa que protestó por sus condiciones de vida ahorcándose a la vista de todos? ¿En una plaza? ¿Y fue uno o más de uno? La memoria falla cuando se aplica a la tercera edad. De todos modos, nadie o muy pocos los recuerdan. Son casos aislados. Senilidad, por supuesto. Es lo que pasa con los más viejos. Como sea, dicen que la vocación bomba en el sector pasivo de nuestro país está cayendo en desuso. Mejor. Nadie quiere eso para los abuelos. Para peor, Pami jamás llegaría a cubrir los gastos.

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