miércoles, enero 23, 2008

Conejos

Año electoral en la granja. A pedro, el conejo más viejo, le deben un año de viáticos. Un año realizando trámites para que la economía de la granja no se venga a pique. El conejo Doctor-Director se la pasa encerrado en su despacho. Nuestros baños están a la miseria y el agua de las duchas sale oscura. No obstante se compró un auto nuevo y regularmente, para mitigar su soledad, recibe a las chicas de la Agencia "Carmelitas Extraviadas".Pedro sostiene que la antigüedad es una antigüedad. Sólo eso y ya no se respeta."¿Pero es un conejo de los nuestros?", pregunta Miguelito con las pocas neuronas que le perdonó la droga. "¡No seas gil, nene!", contesta Pedro, desgranando un terrón de tierra con la pala de pico mientras le llora la piel en medio de un sol impiadoso. "No es nada y es todo". Y Pedro sabe. Una mañana, mientras le limpiaba la oficina y el doctor viajaba por España, descubrió papeles de "merca" en su escritorio y petacas de ginebra vacías debajo de su cama. Impotencia, incertidumbre y ambigüedad reinan en la granja."Tienen programados recitales", dice Miguelito, con los ojitos ansiosos, esquivando su esquizofrenia. "Creo que conoceremos al chaqueño, contesta Pedro con una mirada inexpresiva."¡Puta madre!"¡Nunca una coneja para los pobres!", protesta Miguelito mientras mira una foto de Shakira.Una tarde llegaron un par de asesores del oficialismo a recorrer la granja. De inmediato le dieron el alta a Matías, un conejo irrecuperable, por influencia de un ex montonero convertido en Jefe de Gabinete de la granja. Pedro tuvo un ataque de abstinencia y se desangró los nudillos de tantos golpes sobre la ventana del Doctor-Director. "¡Yo voto en blanco! ¡A los políticos hay que matarlos de chiquitos!", gritaba mientras era arrastrado por dos celadores."¡Yo les meto una zanagoria en el sobre!", acompañaba Miguelito. Luego, más calmos, en rueda de mate y puchos, suponíamos que estas cosas sucedían en la granjita, que en la calle, en la Argentina, los hechos serían diferentes.Una madrugada llegó Martín Nevado, trasladado desde Santa Cruz. Todos los días realizaba el mismo trayecto: de la tranquera a la heladera con un cubito manifestando exaltado que se trata de un pedazo del Perito Moreno. Se habían invertido los términos en la granja. Ya no se escuchaba hablar de la frula, de los cobanis, también pasaron al olvido los nombres del "loco fierro"; el "negro José Luis" y "El Morsa". Ahora se oía todo el tiempo lo mismo: el Pro, ser progre, radicales K, Quebracho, Scioli, Castells, "Gran Hermano". Reminiscencias de la única tele de la granja.Un atardecer de octubre alguien mezcló vino con limonada. Había triunfado el oficialismo. En un par de horas estábamos todos borrachos. "¡Más viviendas, techarán el estadio, más planes trabajar! ¡Viva el existencialismo!", enunció animado Miguelito. "¡Asistencialismo!", corrigió Pedro. El Conejo-Director lucía un pelaje lustroso en tanto repartía zanahorias de exportación y choripanes y nos sorprendía con su inusitado nombramiento en una granja VIP de Pilar. A duras penas Miguelito tarareaba: "Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas…". Aprovechando el bullicio y fiel a mi costumbre, abandoné el predio.Ya en la ruta la brisa nocturna me fue despabilando, la canción de "Don Ata" me retumbaba en la cabeza. Con las primeras luces del amanecer acudió a mi memoria la magistral sentencia de Beckett: "El sol brilló, al no tener alternativa, sobre lo nada nuevo".

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