domingo, enero 27, 2008

La ecuación de la droga

"¡Cuidado con la vida! Yo la contraje. Estoy enfermo de vida". Recordé esta expresión de Vonnegut y también recordé, como en extensión de rizoma, algo que escribió William Burroughs: "Emitir no puede ser nunca mas que un medio para emitir más, como la Droga. Trate usted de utilizar la droga como medio para otra cosa (...) Al emisor no le gusta la charla. El emisor no es un ser humano (...) Es el Virus Humano". Recientemente en una de las poco efectivas campañas para la prevención de las adicciones -de las poco efectivas y escasas- uno de los médicos psiquiatras integrado a la misma desaconsejaba el uso de drogas y ponía en imagen distintos planos de mapeos cerebrales de un paciente "cuyas neuronas estaban destruidas". Las áreas afectadas se veían nítidamente. El médico insistía, bajo la didáctica del horror y las consecuencias, en lo peligroso que resultaba el consumo de drogas. A veces, en virtud de los procedimientos y de sus logros, uno agradece el que las "campañas para la prevención de adicciones" no sean tan frecuentes ni masivas. Me pregunté entonces y una vez más por qué Yonqui (Junkie), de William Burroughs, no es un texto que las autoridades educacionales o gubernamentales incluyan en sus planes de enseñanza. Hace ya varios años, en un debate que se hizo en el Colegio Nacional de La Plata sobre adicciones, lo propuse a través de un escrito como texto a considerar. Unas semanas después alguien vinculado a la organización de ese encuentro me señaló que la elección del libro de Burroughs no había sido "muy feliz ni adecuada". Pregunté por qué. Dijo algo fatal: "Es el libro de un drogadicto". Quedé perplejo. La persona en cuestión agregó, con algo de duda: "¿No es que hace la apología de la droga?". Leer no siempre es leer. A veces uno imagina que las palabras de un mismo libro dicen lo que dicen pero luego, confrontado con otro lector de ese mismo texto, advierte que ambos han leído libros diferentes. Juan Carlos Onetti, el magistral gruñón uruguayo, repetía siempre la misma broma: "Las sublecturas son múltiples, todo depende del tiraje". Recientemente, en un artículo periodístico de Perfil, Carlos Gamerro escribía a propósito de los 10 años de la muerte de Burroughs y volvía a poner en el tapete la ecuación de la droga según la desarticula el genial autor beat en Yonqui. Dice WB: "¿Por qué empieza uno a usar estupefacientes? ¿Por qué sigue uno usándolos lo bastante como para convertirse en un adicto? Uno se hace adicto a los narcóticos porque carece de motivaciones fuertes en cualquier otra dirección. La droga se impone por defecto. Yo empecé por cuestión de seguridad. Seguí pinchándome mientras pude conseguir droga. Terminé colgado de ella. La mayor parte de los adictos con los que he hablado cuentan una experiencia semejante. No empezaron a utilizar drogas por ninguna razón que sean capaces de recordar. Si uno nunca ha sido adicto, no tiene una idea clara de lo que significa necesitar droga con la especial necesidad del adicto. Nadie decide ser un adicto. Una mañana uno se despierta enfermo y ya es adicto". Luego, más adelante, señala: "Yo he aprendido el estoicismo celular que la droga enseña al que la usa. He visto una celda llena de yonquis enfermos, silenciosos e inmóviles, en aislada miseria. Ellos conocían la inutilidad de quejarse o moverse. Ellos sabían que básicamente nadie puede ayudar a otro. No existe clave, no hay secreto que el otro tenga y que pueda comunicar. He aprendido la ecuación de la droga. La droga no es, como el alcohol o la hierba, un medio para incrementar el disfrute de la vida. La droga no es un estimulante. Es un modo de vivir". Sobre esta ecuación de la droga, Gamerro señala algo esencial: "El junk, en Burroughs, lejos de liberar, sujeta: es un mecanismo de control, pero no uno más, sino el modelo de todo mecanismo de control; y la policía y el sistema de salud, lejos de combatirla, la utilizan para generar adicción, dependencia y, por lo tanto, mayor control; el adicto es el sujeto social ideal. Burroughs desaconseja el consumo, no porque sea inherentemente malo sino porque entrega al sujeto atado de pies y manos al sistema médico-legal-policial. Lo que se busca justamente es la cura, pero una cura definitiva, nunca la que imponen médicos y policías, que consiste en una prolongación sin fin del ciclo de la adicción, que mantendrá al individuo siempre sujeto como paciente y como criminal". Está claro que desmontar esta ecuación que opera como sistema de control del individuo no parece precisamente tarea tan sólo del área de salud. Los aportes multidisciplinarios son sin duda fundamentales. Pero para desmontar válidamente la ecuación fascista de la droga, ésa que entrega al sujeto atado de pies y manos como paciente y criminal, sin duda hay que repensar el tema tanto ideológica como políticamente, en los mismos términos en que los planteó Burroughs. Yonqui es un libro duro, implacable, inconfortable. Precisamente. Su lectura a nivel educacional puede abrir un amplio debate, acaso tan irritativo y polémico como necesario. Los que hemos contraído la vida sabemos que la ecuación no es sencilla. Hay adicciones virales de las que constantemente somos receptores aunque también emisores, retroalimentándonos en un mundo que propone en todos los planos más adictos al dinero, al trabajo, al consumo, al cuerpo, al poder, al sexo, a la imagen, etc. ¿Al emisor no le gusta la charla? Debería haberla.

1 comentario:

Daniel O. Requelme dijo...

He mirado la cura de la droga y no he visto enfermedad. Tal vez por estar enfermo alguien atraviesa algún consumo. ¿Qué curar entonces?. Tendremos que ocuparnos del sufriente. Alguna vez hay que empezar. Es cierto las campañas publicitarias son eso: publicidad. Al tiempo descubren personeros del narcotráfico adheridos a las mismas.

Muy bueno su escrito.

Saludos


Daniel O. Requelme


www.danielrequelme.com.ar