sábado, febrero 10, 2007

Fenomenito

Dieciséis años después de su muerte, la obra del cubano Reinaldo Arenas continúa creciendo en prestigio. Recientemente, el director cinematográfico Manuel Zayas realizó "Seres extravagantes", un documental sobre la vida del escritor tomando como eje del film la voz del propio Arenas. "Mi nombre es Reinaldo Arenas. La primera novela que yo escribí se llama Celestino antes del alba..." Así comienza esta biografía fílmica del creador de El mundo alucinante, Antes que anochezca, El palacio de las blanquísimas mofetas, Otra vez el mar, El color del verano, El portero, acaso su obra menos conocida, y otras. Hay aspectos difundidos de la vida del escritor que la película retoma con el agregado de nuevos testimonios, como cuando tuvo que huir de Cuba como un "marielito" o cuando fue encarcelado por el régimen castrista en "El Morro" por sus ilícitas "actividades inmorales y contrarrevolucionarias" . En el documental lo recuerda su tío, Carlos Fuentes, homónimo del hollywoodense aunque campesino él, un hombre sencillo que frente a cámara admite que su sobrino "siempre tuvo inclinación sexual distinta". Fuentes señala también que "Reinaldo ya de chiquito tenía la costumbre de escribir en los árboles, ésa era una manía en él" (muestra un árbol, pero desde la lectura se pueden ver todavía las marcas en Celestino antes del alba, también las hachas en abismo tumbando esos mismos árboles), aunque su gran búsqueda fue la de su padre. "Un hombre apuesto, alto, trigueño", a quien Reinaldo sólo vio una vez en su vida y a quien finalmente localizan en la película. La madre del escritor, Oneida Fuentes, brinda por cierto un testimonio tan sincero como parcial al confesar: "Yo nunca lo comprendí a él ni él logró comprenderme a mí", y añade: "En la familia no hay nadie que haya leído sus libros, no les gustan sus libros, no es lo que ellos esperaban que escribiera". Según la mujer su hijo llevó una vida muy amargada y "no fue capaz de entender la revolución, que lo ayudó mucho". La ayuda que le brindó la revolución fue encarcelarlo por su orientación sexual, instándolo a "reeducarse moralmente" y obligándolo a convertirse, como ha dicho Arenas en más de una oportunidad, en "una no persona".El documental nos recuerda la inicial adhesión del novelista a la causa revolucionaria y su casi inmediato desengaño. Reproduce en este sentido un discurso de Castro en el que habla de "cierto fenomenito extraño que se está dando en La Habana, sus protagonistas son elementos que atentan contra la obra del pueblo ya que hacen ostentación de sus desvergüenzas y son seres extravagantes...Que no digan luego que no estaban advertidos". La amonestación en tono de amenaza le sirve a Zayas para titular el film. Algunos de estos "extravagantes" participan en la película, como los escritores Antón Arrufat y Delfín Prats. Una intervención final de Prats, señala: "Para Oneida, la madre de Reinaldo, fue más duro leer su autobiografía que recibir la noticia de su muerte". En Antes que anochezca, por cierto, mejor que las anécdotas se leen el dolor filial y la segregación sexual que Arenas padeció toda su vida. Lo más significativo es que ambas cicatrices responden a una misma herida.Cuando Arenas fue expulsado de Cuba llegó a Miami. El régimen se liberaba de un grueso contingente de indeseables. Sus vínculos, sin embargo, estaban en Caracas. Por ese entonces La editorial Monte Avila, orientada por Juan Liscano, le publicaba alguno de sus textos, entre ellos el muy transparente y anárquico Celestino antes del alba. El sello también le brindaba ayuda económica. Arenas escribía febrilmente, en una letra caótica y desmembrada. En una de sus tantas cartas (hoy conservadas y fechadas en Princeton), dice: "Son tantas mis furias, que a veces se me vuelven en contra, son tantas mis furias que tengo que desplegarlas". El ímpetu para la bronca fue otro de sus acompañantes. Con sus inclinaciones sexuales el progresismo moralizante hizo una leyenda: la palabra políticamente correcta con la que lo designo fue "promiscuo". De Miami, Arenas fue a Nueva York, donde terminó sus días, suicidándose en 1990. En El portero retrata a modo de fábula sus sentimientos y rechazos hacia la gran ciudad. Algunos de los habitantes de ese edificio donde Juan, el cubano exiliado, hace de portero, sintetizan sus rechazos: cafiolos impotentes, seudo científicos, propagandistas marxistas desde las comodidades del capitalismo, etc. La fábula -suerte de revolución en la granja-, la encarnan los animales. Son las mascotas las que llevan la voz contante de la novela. Hay sin embargo una obra en la que Reinaldo Arenas depositó enorme intensidad y ternura, Arturo, la estrella más brillante (Montesinos) nouvelle prácticamente no distribuida en nuestro país en la que desde los elefantes regios a los que apela en sus primeros movimientos hasta las últimas imágenes, traza la parábola de la escritura y el lenguaje trópico para ahuyentar los temores y encierros en una prisión que convierte la promiscuidad sexual en cláusula liberadora. Es uno de los libros más bellos de Arenas, uno de los más sentidos de este "fenomenito" que brilló y pasó fugazmente entre nosotros. Había nacido en Holguín, Cuba, en 1943.

No hay comentarios.: