Una anécdota irracional de mi padre
Casi tres semanas antes de suicidarse, Jerzy Kosinski le envió en respuesta a mi padre una carta de página y media en la que rechazaba de plano su teoría de los fractales aplicada a algunos de sus libros. Mi padre era ingeniero matemático y devoto de los fractales ya que, según él, reproducían matemáticamente "las hermosas anomalías del universo con certidumbre específica". Mi padre hablaba inglés correctamente y algo de alemán, pero su pasión eran los números, los conjuntos y aquellos símbolos matemáticos que permitían establecer secuencias dentro del caos. Los fractales eran un verdadero pasatiempo para él. "Las nubes son fractales, las montañas, los ríos", repetía, como si con ello pudiera dar una versión mensurable a una noción tan compleja. Después de su muerte -la de mi padre-, me interesé por los fractales. Fue entonces cuando llegué a corregir el término. Yo hablaba de fractales como si fueran números. No lo eran. En realidad, la dimensión de un fractal no es un número entero sino un número generalmente irracional, algo así como un ente geométrico infinito. Un Monstruo, en una palabra, nacido de iteraciones de funciones complejas. Eso que se repite, pero idéntico a sí mismo. No llegué a interpretar gran cosa, apenas que la geometría fractal brinda descripciones matemáticas adecuadas para fenómenos naturales.Mi padre había leído con mucho esmero un par de obras de Kosinski, en especial Pasos y El pájaro pintado, y por un inmigrante polaco radicado primero en Argentina y luego en Estados Unidos, logró vincularse con el escritor nacido en Lodz. El amigo de mi padre y Kosinski eran vecinos, ambos vivían en Manhattan. El asunto fue que por intermedio de este hombre, mi padre mantuvo un breve intercambio epistolar con el autor de Desde el jardín, breve pero intenso, ya que fueron tres cartas las enviadas y tres las respondidas. Con mucha cordialidad, mi padre le expuso al escritor su excéntrica teoría: según él, tanto Pasos como El pájaro pintado reproducían de forma sutil y convincente la noción de los fractales; es decir, la de modelos infinitos comprimidos de alguna manera en un espacio finito. En la primera, mi padre le subrayaba pasajes de Pasos en los que el modelo "bellísimo y matemático" se condecía con la estructura narrativa de la obra, "fragmentada, es decir, fractal", según le hacía ver. De las tres enviadas, dos cartas, casi idénticas, alcancé a leer. Del novelista llegué a leer sólo la tercera y última. En la segunda, relativa a El pájaro pintado, mi padre le reiteraba su hallazgo con estas palabras: "Los episodios del personaje en medio de los horrores de la Guerra constituyen y se replican infinitamente en un espacio topológicamente definido". Luego le planteaba su criterio exponencial del término "Guerra"y se extendía sobre su concepción matemática del Monstruo y de la mención que la novela hace de Jerome Bosch (Hyeronimus Bosch), en cuyo tríptico de "El juicio final" el pintor le dedica un fragmento al Monstruo con un cesto. A continuación hacía hincapié en consideraciones específicas de los modelos en la dimensión de Hanssdorf-Besucovic. Jamás alcancé a leer las respuestas a esas dos primeras cartas, pero sí la última, fechada el 12 de abril, del escritor. En ella Kosinski hablaba de la geometría fractal y del empleo del modelo matemático para ser aplicado tanto a complicadas formas de la naturaleza como a cuestiones más complejas, incluso. Rechazaba de plano que sus libros tuvieran alguna aproximación a esa geometría, pero, como al pasar, mencionaba en cambio la noción del suicidio, insoluble a nivel filosófico, según decía, aunque quizá derivada de una iteración de funciones que "puede gozar de autosimilitud a cualquier escala". Fue una alusión que me llamó la atención. Jamás alcancé a leer la tercera carta de mi padre, ¿había hablado en ella del tema del suicidio? Me pareció raro. Unos pocos días después Jerzy Kosinski se suicidaba. Eso fue el 3 de mayo de 1991. Mi padre murió tres meses más tarde, acaso replicando o reproduciendo el modelo empleado por el escritor para alejarse de esta teoría de conjunto llamada mundo. Fue una duda que siempre me quedó.En aquellos años seguí leyendo a Kosinski. Busqué en otras obras suyas -El árbol del diablo, Cita a ciegas, Cockpit y Pinball (la más floja, sin duda)- similitudes con la probablemente descabellada teoría de mi padre. Nada. Tampoco las encontré en las novelas en las que él decía basar el modelo fractal. Acaso el Chance de Desde el jardín, trivializado de tantas maneras comparativas, se acercaba módicamente a la idea paterna: la del Monstruo que se replica infinitamente con sus limitaciones terrestres a través de la pantalla. Pero era un poco tirada de los pelos.Los conjuntos matemáticos, tanto como la impostación, fueron las otras grandes pasiones de Jerzy Kosinski. También el polo. Se había graduado en la facultad de Lodz cursando estudios en Física y Matemáticas. Muchas y contradictorias versiones han circulado acerca de su vida y de su obra. Algunas oscuras. Ninguna tan irracional como la de mi padre.
sábado, febrero 10, 2007
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