miércoles, enero 23, 2008

Fante o la épica del fracaso

Arturo Bandini ha crecido. El alter ego de John Fante (1909-1983) ya se ha radicado definitivamente en la costa Oeste norteamericana, se ha casado y tiene hijos. Pero quedan huellas de aquel Bandini proyecto de escritor que llegaba a Los Angeles en busca de una carrera literaria: sigue vinculado como guionista al mundo de Hollywood, sigue siendo -en su condición de script de segunda- carne de industria y sigue, como aquel Arturo lleno de violencia contenida y de pureza "macarroni", albergando algunos sueños. La poética de John Fante es una construcción de raíces firmes. Eso se puede ver en la estela de aquellos ideales de juventud. Claro que ya no los tiene Bandini, quien ahora los cobija es un cincuentón de nombre mucho más apropiado para la industria californiana: Henry Molise. El rezago onírico es un tanto más modesto y asequible, se llama Roma. ¿Los deseos? La visión idílica de piazza Nabona, cierta tranquilidad material y espiritual luego de haber batallado durante tantos años en el descampado de la escritura. No más.Toda la obra del genial John Fante es una épica cuasi autobiográfica del fracaso, fue lo que deslumbró al opaco Bukowski (nadie se enoje, la limitación es un género). Sin embargo, en Al Oeste de Roma -libro que contiene la nouvelle "Mi perro idiota" y el relato "La orgía"-, uno puede ver que la genética vitalidad de títulos en los que Bandini oficiaba de impulsivo writer in progress (yugándola en fábricas de conservas, haciendo de mandadero o intentando frustradamente de gigoló), ha mermado un tanto. Menos fuerza tiene Molise. ¿Menos encanto? Es probable. En los libros que sostenía Bandini -Pregúntale al polvo, Espera a la primavera, Bandini, Camino de Los Angeles y Sueños de Bunker Hill (este último acaso el más imperfecto y notable) los episodios de rechazo, frustración y vuelta a recomenzar del personaje cargaban con la estirpe y desmesura de la iniciación, la fuerza y el pudor del inmigrante (también con algunos de sus prejuicios racistas) y, sobre todo, con el estigma de una cultura católica contra la que Bandini chocaba párrafo tras párrafo.Las aguas se han aquietado. Point Dume es el lugar de residencia de Molise y de su esposa Harriet. También de sus cuatro hijos. Un mal día -un día de lluvia y tormenta-, encuentran que a su casa ha llegado un perro. Es un perro extraño, de raza probablemente oriental, algo grande, desproporcionado y de conducta no muy confiable. Un estorbo. Tras varios intentos por desprenderse de él, el visitante se queda y todo comienza a girar en ese hogar alrededor del animal. Los toques irónicos no han desaparecido en la obra de este Fante también cincuentón y diabético: cuando la familia accede a reconocer la chapa de identificación que lleva el perro, en lugar de un nombre, hallan una sentencia: "te arrepentirás". Toques y guiños muy Fante, socarrones: las lecturas de Camus de uno de los jóvenes y los comentarios de Molise; los proyectos de vida de los muchachos y algo de su indolencia; la decisiva pelea de "Idiota" (así se apoda el mastín) con Rommel, otro perro, lo que le determina un lugar definitivo en la casa. Claro que "Idiota" tiene una función más en la historia: como Molise, él también es alter ego de John Fante. Un estorbo para sí mismo. La burla en esta novela breve resulta ejemplificadora sobre el final, en esos trazos en los que melancolía y sueños se han despoblado para dar escena al cuadro de la cerda y el perro. La escritura de este escritor secreto y mal venerado en el casillero del "realismo sucio" (nadie lo limpió, parece) tiene pinceladas corrosivas, brueghelianas: "Emanaba (la cerda) confortables vibraciones burguesas de estabilidad y fe en el Espíritu Santo. Era mi madre de nuevo. Con el hocico embadurnado de tierra, se estiró..." El llanto final es la cláusula: derrota y aceptación."La orgía", el otro texto, es un relato inédito hasta 1985, y narra las peripecias de dos albañiles -inmigrantes italianos- en el Colorado de 1925. Son los ojos de un niño de diez años, hijo de uno de ellos, los que ven y cuentan la historia bajo el manto del sentido religioso de la madre. Ni Frank Gagliano va a entrar en esa casa católica -no cree en Dios y eso es una abominación-, ni nadie se va a desviar de los dogmas y preceptos de la fe. O sí. "Pero no mi padre, no puede ser mi padre el que ha hecho eso", dice el chico. Tarde for tears. La voz del joven es el Bandini pre adolescente que luego irrumpirá en la obra de Fante, aunque, hay que admitirlo, no tiene el relato la contundencia de aquel otro inedito "Full of life" ("Rebosante de vida") -tentempié de Fante entre guión y guión- en el que las hormigas hacían la tarea de la conciencia y los mandatos familiares en el hogar. Sí, en cambio, un hálito Steinbeck. Me parece.Otras obras de este genuino vitalista de la narrativa: La hermandad de la uva y Un año pésimo. Acaba de filmarse Pregúntale al polvo bajo la versión Pregúntale al viento, impostación de un sustantivo más musical y distributivo para la industria del cine: polvo es la infame arenisca y tierra del desierto que rodea los barrios bajos de L.A. y su artificial mundo de ensueño. Que el pochoclo de las salas no se atore en la garganta. Fante murió en Malibú. Jamás llegó a ver el éxito de sus libros pero murió confortable. Me consta.

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