miércoles, enero 23, 2008
For sale
En el backstage de un unitario y en dos o tres spots alertaban acerca del grooming en la web. "Empieza por el chat -decía una voz en off-, prosigue más allá de la web y hasta puede tener un final hard que nadie desea". El aviso aludía a la pedofilia. Las tandas que vinieron a continuación anunciaban strappless, soin complets contra las estrías, models must, chistes freaks para bubbles gums, gym, designs basic y casual para el verano, light food, set de compras y, ya en horario after office, development para inversores en countries. Luego los comerciales amontonaban paseos de compras con vidrieras for sale y personal trainers femeninas que transpiraban la skin care más vitamínica del mundo en super lofts. "For investors", repetía el anuncio que se movía al pie de la pantalla. Si uno abre un diario el panorama no varía: underwear, managment, step by step en calzados, lounge, living colors, make ups, deco news. Ya nadie va de compras sino de shopping y nadie anda en bici sino en bike.En cualquier profesión, rubro o actividad el idioma inglés asume cada vez más la ponderación del consumo como regla y escala social. Se anuncia en inglés, se consume en inglés y se piensa en inglés. Los productos deben tener marketing, es necesario el merchandising pero, finalmente, todo cierra con un buen packaging. Con el idioma -packaging de conductas- ocurre otro tanto. Hoy la life style impone que no sea lo mismo estar cerca que close ni bajoneado que down. Tampoco es igual un lobbie de resort que la entrada de un hotel, ni mucho menos un paper que un informe. En las oficinas públicas florecen los mailings sumados a la data vip con presentaciones de programas power point. Nadie usa archivos, todos tienen files, vínculos free y hasta las modelitos multiple choice andan con su book a cuestas. La chapucería idiomática reconoce sus rubros: en las consultorías laborales se exige profile en engineering, trainer programs y managment expert. También outplacement, y por supuesto coaching. Para las inmobiliarias hay que recurrir al sistema leasing, factoring, y, por cierto, para qué cerrar al contado si existe cash. Alquilar no va, for rent es mejor.Los ejemplos son tantos que resulta pueril intentar condensarlos en una sola nota, sin script imposible. Por supuesto, detrás de cada vocablo hay una intencionalidad y ni aun el progresismo más progre logra escapar al embate lingüístico, sobre todo en el terreno cultural, que es donde los modismos adquieren categoría top y donde la permeabilidad es más rápida. Asistir a una performance es un aspecto menor del síntoma, en el background de muchos discursos prevalecen otras voces, otros ámbitos. Las voces cool son decenas, centenas, el lector está en mejores condiciones de engrosar la lista. Anoto unas pocas más antes de que escapen: "¿Quiere un brownie con el café?". A la entrada de un obrador en ruta 2, se lee: "Trucks únicamente". Pero antes está el drugstore y el dinner. El chico al que la madre acaba de reprender, contesta: "Tranqui, motherfucker, don´t worry". La mujer sonríe halagada. Se terminaron las colas en los cines, ahora pasan trailers. Los comentarios son off the record y las ensaladas llevan dressing, nunca aceite y vinagre. Para cambiar el del auto hay que recurrir a un center oil. En la casa de venta de ropa de trabajo y de campo, se aclara: "Joggins, size 34 al 46". Las sábanas quedan más blancas en el laundry que en la lavandería y un bebé en el kinder es otra cosa. Outlet, outlet, repiten las vidrieras.Son demasiados los intercambios. Tantos que no entrarían en el Diccionaro del Argentino Exquisito de Bioy, ni, mucho menos, en El manual de zonceras criollas de Arturo Jauretche. Tampoco uno tiene la certeza de que tengan que anotarse allí. Tengo mis dudas ¿Tilinguerías de los hablantes? Italo Calvino a los manierismos de la lengua los ubicaba en el antilenguaje, así lo llamaba él. No lo soportaba. Pero hemos de ser amplios, cautos: el lenguaje cambia, muta, nunca es el mismo. No tiene por qué serlo, puede travestirse, de hecho lo hace. Del cocoliche a la globalización, sobran ejemplos. ¿Un bastión idiomático? No lo hay. Ni siquiera en los pibes chorros. La cultura villera guarda sus códigos, amigo, pero allí donde se pronuncia, se modifica. Rescatate, fierita, que por ahora paco es paco y un covani un covani. Por ahora. Menos neuronas aseguran en el salad bar, ante la wine option. Puede ser, pero ¿alguien contó las propias?. Martín Palermo está en el count down todos los domingos y el lenguaje ejerce sus violencias, nadie está libre. Quienes arremeten contra la influencia del inglés en el uso cotidiano tienen argumentos de sobra. Quienes lo defienden, también. No es privativo de los argentinos o de los hispanohablantes.En Estados Unidos hay un debate similar: el castellano avanza y hace "estragos", según los analistas más conservadores. Ya es la lengua de la primera minoría de los hablantes en todo el territorio. Como dijo un alcalde del Sur, arriando votos para su molino: "Seamos permitivos, el spanish es un linda idioma". La diferencia estriba en que allá es la comunidad hispanoparlante la que empuja la modalidad; aquí, la hegemonía de una cultura cimentada en grupos de poder. No es lo mismo. En los mapas lingüísticos esa sutil diferencia no aparece. Mientras tanto, para manejarse sin diccionario por la calle por ahora lo único que hay que recordar es que un loser es un perdedor y un looser una persona que utiliza anglicismos o palabras extranjeras para comunicarse en su propio idioma. Aunque uno esté repodrido y, no way, parezcan la misma cosa.
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